Hang

La primera vez que escuché el Hang fue en Bruselas en 2002-2003, bajando por el Monte de las Artes. Eran siete músicos callejeros, cada uno interpretando un hang. De lejos me pareció que era el sonido de una kalimba africana, al acercarme vino la sorpresa de ese nuevo instrumento del siglo XXI en forma de platillo volador. Compré un CD y tuve la oportunidad de charlar con los músicos, que me contaron que era originario de Suiza.

Después volví a escucharlo en el Vondelpark en Amsterdam, de nuevo por músicos jóvenes callejeros. En concierto lo escuché por primera vez con el Portico Quartet en el Bimhuis, cuando presentaron el que todavía es mi album preferido de ellos:

O mi favorita de su último álbum, que tuve la oportunidad de escuchar en vivo el año pasado en el Stegi en Atenas:

Hace un par de años volvió a sorprenderme el Hang en Andalucía, integrado con el flamenco y todos sus palos:

Y con un formato más contemporáneo de mano del músico andaluz Rubén Llorach:

Este fin de semana fue el turno para un dueto de Hang y Banjolele (una mezcla entre banjo y ukelele):

Todas las obras que interpretan son improvisadas. No sé por qué pensé en los poemas eróticos homosexuales que leía Virgilio Piñeira en la Cuba revolucionaria, en la playa al lado de una fogata en la cual los quemaba apenas terminaba de leerlos para no dejar evidencia inculpatoria. Quizás sea esa sensación de estar ante una melodía que no se volverá a escuchar, ante un poema que no se podrá volver a leer. Bert me permitió tocar el Hang y fue una experiencia hipnótica: como está afinado en un tono es relativamente fácil mezclar las notas y con cierto sentido del ritmo se puede uno quedar horas escuchando música improvisada.

Sigamos celebrando el sonido del Hang: